Enrique Ruiz Fernández.
Propietario y fundador de la bodega rondeña Fábrica de Hojalata.
“Lo que he vivido al frente de la fábrica nunca lo soñé ni lo pensé. Ha sido muy bonito y completamente diferente a lo que yo había previsto.”
A orillas del río Genal, en pleno corazón de la Serranía de Ronda, se encuentra un rincón especial: la Antigua Real Fábrica de Hojalata de San Miguel. Este lugar, que antaño fue testigo de una importante industria en la España del siglo XVIII, ha renacido en los últimos tiempos, conservando su valor patrimonial, pero con una nueva misión: la producción de vinos naturales de alta calidad bajo una viticultura sostenible y respetuosa con el medio ambiente.
Con viñedos que parecen abrazar las montañas, y una historia que combina tradición artesanal e innovación vinícola, esta bodega se ha posicionado como un referente en la región. Hoy, nos adentramos en los secretos de este enclave único para descubrir cómo el pasado y el presente dialogan en cada copa de vino que producen. Para entender más sobre su visión, sus métodos de producción y la esencia que imprimen en sus vinos, conversamos con Enrique Ruíz, propietario y fundador de la bodega, y máximo responsable de haber devuelto a la Fábrica de Hojalata el explendor que tuvo antaño.
Enrique Ruiz Fernández.
Propietario y fundador de la bodega rondeña Fábrica de Hojalata.
“Lo que he vivido al frente de la fábrica nunca lo soñé ni lo pensé. Ha sido muy bonito y completamente diferente a lo que yo había previsto.”
A orillas del río Genal, en pleno corazón de la Serranía de Ronda, se encuentra un rincón especial: la Antigua Real Fábrica de Hojalata de San Miguel. Este lugar, que antaño fue testigo de una importante industria en la España del siglo XVIII, ha renacido en los últimos tiempos, conservando su valor patrimonial, pero con una nueva misión: la producción de vinos naturales de alta calidad bajo una viticultura sostenible y respetuosa con el medio ambiente.
Con viñedos que parecen abrazar las montañas, y una historia que combina tradición artesanal e innovación vinícola, esta bodega se ha posicionado como un referente en la región. Hoy, nos adentramos en los secretos de este enclave único para descubrir cómo el pasado y el presente dialogan en cada copa de vino que producen. Para entender más sobre su visión, sus métodos de producción y la esencia que imprimen en sus vinos, conversamos con Enrique Ruíz, propietario y fundador de la bodega, y máximo responsable de haber devuelto a la Fábrica de Hojalata el explendor que tuvo antaño.
Bueno Enrique, en primer lugar queríamos agradecerte que estés aquí con nosotros dando a conocer un proyecto tan especial como el de la Fábrica de Hojalata. ¿Cómo llegas a la Serranía de Ronda y en qué momento decides embarcarte en este desafío?
Antes que nada, agradeceros la oportunidad de estar aquí y dar difusión al trabajo que hacemos en la fábrica. La verdad es que andaba un poco perdido por el mundo, y de repente descubrí la Serranía de Ronda. Curiosamente, yo no tengo nada que ver con con Andalucía, o no tenía nada que ver, pero siempre me había atraído esta tierra. Buscaba un lugar para mi jubilación, no exactamente en la costa, pero tampoco lejos de ella. Así que empecé a buscar una finca en zonas como los Alcornocales, Grazalema, Serranía de Ronda, y la Sierra de las Nieves. Y finalmente, encontré este sitio en medio de la nada: las ruinas de lo que una vez fue la Real Fábrica de Hojalata de San Miguel de Ronda. Entonces pensé: este es mi lugar.
Lo que tenía claro desde el principio es que quería, de alguna manera, satisfacer mi vocación frustrada de arquitecto, que siempre fue mi segunda opción profesional. Al encontrar estas ruinas, decidí restaurarlas poco a poco, y una vez finalizada la restauración, empecé a pensar en alguna actividad comercial que al menos ayudara a autofinanciar la finca. Una de las opciones que barajé fue convertir el lugar en una bodega, pero al principio no era posible porque no se permitía plantar viñas nuevas, o había que adquirir derechos, y la burocracia era bastante complicada. Sin embargo, algunos años después recibí una llamada de la OCA de Ronda informándome de que se había abierto un cupo para plantar, y que podía solicitar la plantación de tres hectáreas de viñedo. Ahí fue cuando tomé la decisión. Sin embargo, mi relación con el vino siempre había sido como consumidor, y aunque me consideraba un gran consumidor de vinos, creo que incluso con cierto criterio y conocimiento, obviamente no tenía formación como bodeguero ni enólogo. Así que hice un máster en enología, que casualmente ofrecía la Universidad de Málaga, y gracias a él pude introducirme en el sector y adquirir las bases suficientes para hablar de tú a tú con un enólogo o un técnico. Así fue como fui avanzando en este nuevo propósito de crear la bodega.
La Antigua Real Fábrica de Hojalata tiene una historia fascinante en la que has tenido un papel trascendental en los últimos 20 años, recibiendo numerosos premios por la restauración y rehabilitación del patrimonio histórico. ¿Cómo ha sido el proceso de restaurar y reconvertir este patrimonio en una bodega?
Pues mira, ha sido un proyecto lleno de ilusión, pero también de muchos inconvenientes. Cuando compré este lugar, que la gente de Júzcar llamaba “El Hoyo” porque estaba en el fondo del valle, al lado del río, no había ni luz, ni agua, y el acceso era literalmente un camino de cabras. Así que te puedes imaginar. El mayor desafío fue cómo llevar hasta allí todos los materiales de construcción. Tuve que diseñar un sistema logístico para poder hacer llegar todo lo necesario, y poco a poco, con mucha ilusión y perseverancia, fui avanzando. Creo que cuando realmente quieres algo, aunque sea complicado, si lo deseas de verdad, lo consigues. Y este proyecto es un claro ejemplo de ello. Recuerdo que cuando empecé, mis hermanos, familiares, amigos, todos.. me tildaban de loco. Ahora no sé qué pensarán, pero desde luego loco ya no me llaman [Risas].
¿Qué papel juega la historia del lugar en la filosofía y la identidad de los vinos que estáis produciendo hoy en día?
Hombre, el lugar tiene una energía especial. Imagínate, hace 300 años fue la primera fábrica de hojalata en España, en una época en la que la hojalata era un material secreto, de uso militar. Por eso estaba en un sitio tan escondido. En su momento, llegaron a vivir allí más de 100 personas, y la fábrica estuvo en funcionamiento durante más de 60 años, hasta que, a finales del siglo XVIII, fue abandonada y cayó en el olvido. Aunque no hay una relación directa entre el vino que elaboramos hoy y lo que fue la Real Fábrica de Hojalata de San Miguel, sí que se percibe una especie de magia, un duende, una mística que ha ido impregnando el lugar con el paso del tiempo. Y de alguna manera, siento que esa energía nos afecta, casi siempre de forma positiva, a lo que hacemos hoy en día y al ambiente que se genera allí.
Vamos ahora con la viticultura. La Serranía de Ronda es conocida por su diversidad de microclimas y suelos. ¿Cómo el clima de esta región, con sus alturas y variaciones de temperatura, afecta la maduración y las características de las uvas? ¿Y qué tienen de especial los viñedos y el emplazamiento de la fábrica para la producción de los vinos?
Bueno, primero quiero romper una lanza a favor de los vinos de Ronda, porque la Denominación de Origen Sierras de Málaga es una de las más pequeñas de España, con apenas 250 hectáreas. Y aun así, te aseguro que las 25 bodegas que formamos parte de ella tenemos características muy distintas, que vienen dadas precisamente por esa diversidad de microclimas, de la orografía, de suelos, y consecuencia de ello se emplean también diferentes metodologías de trabajo.
En nuestro caso, la Fábrica de Hojalata se encuentra en el valle del río Genal, a 450 metros de altitud, y está protegida por las montañas y una barrera vegetal de chopos y álamos a lo largo del río. Ese microclima especial nos permite, por ejemplo, tener una plantación de Pinot Noir, la más meridional de Europa, ya que es una variedad extremadamente sensible, especialmente a la radiación solar y al exceso de calor. Es una uva pequeña, con una piel muy fina, que tiende a pasificarse rápidamente si se expone a demasiado sol. Precisamente en nuestra finca, gracias a la protección natural de las montañas, el sol empieza a incidir de forma directa alrededor de las 10:00h de la mañana en verano, y para las 19:00h ya se oculta. Esto nos permite que la uva madure de manera óptima, sin llegar a pasificarse, manteniendo su frescura y características propias.
En alguna cata a ciegas de nuestro comité de cata se han definido tus vinos como “vinos atlánticos”. ¿Cómo podríamos explicar esto?
Es cierto. Estamos a tan solo 22 kilómetros de Estepona, que se encuentra en pleno mediterráneo. Sin embargo, también recibimos la influencia de los vientos de poniente, que llegan desde el estrecho y tienen un carácter atlántico. A su vez, las condiciones singulares del emplazamiento de la fábrica, con esa menor incidencia directa del sol, hacen que la maduración de las uvas no sea tan acelerada como sería habitual dada nuestra latitud. Esto permite producir vinos más frescos y con menos presencia de alcohol, por eso entiendo que nuestros vinos puedan ser definidos como ‘vinos atlánticos’.
Desde la fundación de la bodega, tuviste clara la apuesta por prácticas sostenibles o ecológicas. ¿Podrías explicarnos los métodos de viticultura que utilizáis? ¿Qué dificultades os habéis encontrado para elaborar vinos naturales?
Esta mañana, precisamente, vengo de la Facultad de Geología de la Universidad de Cádiz con nuestro enólogo. Hemos estado en una clase de bioquímica, y les he comentado a los alumnos que tienen que estudiar, como es natural, pero que lo que estaban aprendiendo hoy, nunca lo van a poder aplicar en la Fábrica de Hojalata. Nosotros elaboramos vinos naturales, y cuando digo que son naturales, me refiero a que son vinos honestos y auténticos, sin ningún tipo de aditivo, correctivo o químico; cero sulfitos. Esto implica que es mucho más fácil hacerlos, ya que prácticamente se dejan en fermentación natural. Sin embargo, también corremos el riesgo de que sean mucho más vulnerables y podamos perder algunas cosechas, como nos ha ocurrido en ocasiones.
La gente a veces dice que los vinos naturales no son perfectos, y efectivamente, no lo son. Reconozco que mis vinos pueden tener pequeños defectos; algunos pueden tener la volátil algo elevada, una acidez un poco más alta o más baja, pero no los corregimos porque valoramos la honestidad. Sé que muchas bodegas añaden elementos químicos para buscar una perfección que, en mi opinión, nunca logran. Nosotros no queremos entrar en eso, los vinos son como son.
A partir del año que viene, se aplicará un nuevo reglamento de la Unión Europea que nos obligará a informar sobre todos los aditivos que usamos en el vino. Aunque es un poco engañoso, ya que solo requerirán un pequeño cuadro que el consumidor puede escanear para informarse, al menos es un paso. Y esto me encanta, porque permitirá al consumidor distinguir entre un vino natural y uno con correctivos, y así podrá decidir qué elegir. He tenido muchas personas que han venido a la fábrica y que no podían beber vino tinto porque les provoca reacciones adversas como malestar estomacal u otros problemas, y eso nunca ha pasado con nuestros vinos. Puedes disfrutar de ellos y al día siguiente despertarte fresco, como si no hubieras bebido ni una gota.
Trabajáis variedades autóctonas como la Tintilla y algunas menos comunes en estas latitudes como la Pinot Noir. ¿Puedes contarnos cuáles son las variedades de uva que cultiváis y por qué habéis decidido trabajar con éstas y no otras?
Pues mira, para empezar, cuando te vas a iniciar en un negocio como el de la viticultura, tienes que pensar en cómo destacar. ¿Sabes cuántas bodegas hay en España? Hay aproximadamente 6.500 bodegas. Ahora imagina que cada una tiene un mínimo de cuatro referencias de vinos. Es decir, si quieres introducirte en ese mercado, tienes que ofrecer algo diferente. Por ejemplo, no me parecía inteligente plantar Tempranillo, que ya cubre el 80% de los viñedos en España. Tienes que buscar variedades que aporten algo nuevo. Así que decidí trabajar con variedades que fueran poco comunes aquí. Plantar una variedad propia del norte de Francia, como la Pinot Noir, en una latitud casi africana, con un terroir y una climatología tan diferentes, al menos despierta curiosidad. Eso ya te da una cierta ventaja en el mercado.
Por otro lado, ahora que vivimos en esta España tan regionalizada, también buscamos recuperar variedades que son propias de la región y que no son tan conocidas, como la Tintilla de Rota o el Moscatel Morisco. Este último es interesante porque está a medio camino entre el Moscatel de Alejandría de la zona de la Axarquía de Málaga y el Moscatel Petit de Francia. En nariz recuerda más al Moscatel de Alejandría, pero en boca se parece más al francés. Y hacer un vino monovarietal de esta uva es una ventaja, de hecho, creo que seguimos siendo la única bodega que lo hace. Con la Tintilla de Rota en cambio, somos varias bodegas las que hemos apostado por ella como vino tranquilo. Esta variedad se usaba tradicionalmente para hacer vinos generosos o dulces, pero afortunadamente desde hace unos 10 o 12 años, tanto en Cádiz como en Málaga, cada vez somos más los que estamos elaborando Tintilla como vino tranquilo.
Por último, también tenemos Garnacha, que es una variedad mediterránea que siempre me ha encantado. No tenemos mucha, pero la plantamos más como un capricho personal, porque es una de mis favoritas.
¿Alguna que consideres emblemática de la bodega?
Hombre, me gustan todas, es como con los hijos, ¿no? ¿A cuál quieres más? Pero tengo que reconocer que el vino estrella de la fábrica es el Pinot Noir. Es el que más gusta y también el más característico, sobre todo por lo que te comentaba antes sobre la ubicación especial de la bodega y la singularidad de su latitud. La combinación de factores que tenemos aquí hace que el Pinot Noir sea muy particular y distintivo, y eso lo convierte en el favorito de los consumidores.
¿Tienes algún proyecto o vino nuevo en el horizonte del que nos puedan adelantar algo?
Sí, tenemos varios proyectos emocionantes en marcha. Primero, hemos elaborado un Orange Wine utilizando parte del Moscatel Morisco de la cosecha del año 2022. Ha salido un vino maravilloso, del que hemos empezado embotellado únicamente mil botellas. Y luego hemos hecho otro vino que ha sido producto de una casualidad, al que hemos llamado “Coupage Andaluz”. Se trata de un coupage en el que combinamos Palomino y Moscatel Morisco, envejecido durante cinco años en barricas de Oporto. Esto es la primera vez que lo hacemos, pero sinceramente, el resultado es un vino complejo que descoloca completamente al consumidor. No sé si será un vino que repetiremos, pero ha sido una experiencia muy interesante.
Podemos dar fe del resultado tan espectacular del trabajo de viticultura que hacéis en la fábrica, pero para los lectores que aún no la conocen, ¿cuál dirías que es el mayor valor diferencial de la Antigua Real Fábrica en el competitivo mundo del vino?
Yo diría que, más allá del valor que pueda aportar el emplazamiento o la historia que envuelve a la Fábrica de Hojalata, el mayor valor diferencial que tenemos, desde mi punto de vista, es la pasión que ponemos en la elaboración de vinos honestos y auténticos.
¿Qué etiqueta les recomendarías para una primera cata?
Si vamos a catarlos todos, yo siempre empiezo por el Orange Wine, que es más ligero, y luego vamos subiendo de grado. Después pasamos al Moscatel Morisco, seguido del Coupage Andaluz, luego el Pinot Noir y, por último, la Tintilla, que es la más potente. Y si tuviera que elegir uno... ¿La Tintilla? Sí, me quedaría con la Tintilla.
La Fábrica de Hojalata no es solo una bodega que produce vino, sino que también es un destino histórico donde ofreces una experiencia ‘Wine, Bed and Breakfast”. ¿En qué consiste esta experiencia para los visitantes?
Pues se trata de una experiencia con la que hemos disfrutado mucho y que recomiendo a todo el mundo que quiera conocer la Fábrica de Hojalata. La idea surge porque estamos en un lugar cuyo acceso tiene cierta dificultad, aunque cada vez se va mejorando. De hecho, el alcalde de Júzcar me ha comentado que este año se realizarán más mejoras. Ahora tenemos un carril de tierra ancho y con parte hormigonada que no es el camino de cabras del principio, pero sigue siendo un lugar recóndito. Hacer una cata de vinos y luego tener que regresar a Ronda, Marbella o Sotogrande puede ser, cuanto menos, arriesgado, sobre todo si has bebido. Entonces, se nos ocurrió ofrecer a la gente la posibilidad de venir, probar todos nuestros vinos con un buen aperitivo y disfrutar de una cena maridaje con los que más les hubiesen gustado. Y para rematar, ya que contamos con cinco habitaciones preciosas y bellamente decoradas, les dábamos la posibilidad de pasar la noche. Al día siguiente, les preparamos un desayuno serrano estupendo, y de regreso a casa con la cabeza fresca y limpia.
Para terminar con este rato tan agradable, ¿alguna reflexión final sobre tu experiencia en estos últimos 20 años al frente de la fábrica que te gustaría compartir con los lectores?
Pues que... tendría que decir muchas cosas, pero creo que lo que he vivido al frente de la fábrica nunca lo soñé ni lo pensé. Ha sido muy bonito y completamente diferente a lo que yo había previsto.
Conoce los vinos de Antigua Real Fábrica de Hojalata.
Ya está disponible la revista completa en formato físico.
Suscríbete y sé el primero en conocer todas las noticias y novedades del mundo del vino.